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Cuando un niño muere, siempre es una tragedia no sólo para los padres sino también para la comunidad. Pero cuando un niño muere debido a la negligencia de otra persona, el dolor suele ir acompañado de ira y la pregunta desgarradora: "¿Se podría haber hecho algo para evitar la tragedia?".

Cuando un niño muere, siempre es una tragedia no sólo para los padres sino también para la comunidad. Pero cuando un niño muere debido a la negligencia de otra persona, el dolor suele ir acompañado de ira y la pregunta desgarradora: "¿Se podría haber hecho algo para evitar la tragedia?".

En todo el país, estas son las emociones encontradas que sienten varias personas después de escuchar sobre el pérdida de una niña de 14 meses quien falleció este mes por complicaciones con la anestesia que le dieron. Y aunque su trágica muerte ocurrió a miles de kilómetros de Nueva York, su historia ilustra el riesgo que representan los anestésicos para los niños.

Aunque la anestesia se considera relativamente segura, aún pueden surgir complicaciones, no sólo debido a la reacción del paciente al medicamento, sino también a los errores cometidos por los anestesiólogos durante los procedimientos.

Los anestesiólogos deben controlar constantemente al paciente, desde sus signos vitales hasta la cantidad de medicamento que le administran. Si los anestesiólogos que lo atienden no reconocen la angustia o accidentalmente le dan demasiada medicación al paciente, pueden ocurrir complicaciones graves que pueden provocar la muerte.

Según una publicación de 2009 para el Centro Nacional de Información sobre Biotecnología, la anestesia fue responsable de más de 2,000 muertes solo en los Estados Unidos entre 1999 y 2005. Para los niños, el riesgo va más allá de la muerte. Según 2015 Artículo del New York Times,, las exposiciones múltiples a la anestesia pueden dañar las células cerebrales, lo que puede provocar problemas de desarrollo en el cerebro, problemas de aprendizaje y memoria, así como problemas de comportamiento más adelante.

Cuando un niño está enfermo o necesita atención médica, los padres ya están nerviosos, muchas veces preocupados por el estado de su hijo además de los posibles tratamientos a los que tendrá que someterse. Esta preocupación sólo se profundiza cuando los padres se dan cuenta del peligro que la anestesia podría representar para su hijo y el posible resultado que podrían enfrentar si surgen complicaciones.